jueves, 5 de enero de 2017

EL RINCÓN DE LAURA (Cuarta y última parte)

       Fue entonces cuando, a la hora del café, apareció la compañera de Laura. Iba con dos tipos altos y trajeados. Pidieron dos solos y un cortado. Cuando los sirvió, la miró interrogante pero no se atrevió a preguntar nada. Ella captó la mirada pero esperó a quedarse sola en la barra, con la excusa de pagar, para mirarle a los ojos y contestar a su mirada con otra pregunta:

      -¿Te enteraste de lo de Laura?

      Pedro sintió una punzada en el corazón. Los ojos de la chica no presagiaban nada bueno. Negó con la cabeza porque la voz se negó a salir de su garganta.

      -Salió en los periódicos. Fue un accidente terrible.

      La sangre se le heló, su rostro se tornó lívido. Recordaba haberlo leído, incluso haber visto las imágenes de una cámara de la autopista y haber pensado en esa familia cuyo viaje de fin de semana se había convertido en un viaje a ninguna parte, o al cielo para los creyentes.

      Bajó al almacén, aún guardaba el periódico de aquel lunes porque no le había dado tiempo a completar el crucigrama. Buscó la página de sucesos. Allí estaba: un camionero había perdido el control de su vehículo y se había cruzado en la autopista justo en el momento en que un turismo, ocupado por una familia con dos niños de 2 y seis años, le adelantaba. No había sobrevivido ningún miembro de la familia. Se dirigían hacia un fin de semana de vacaciones para los niños. Nunca llegaron.

       Cuando regresó a la barra, aprovechó que no había nadie en el local, colocó un cartel de “Vuelvo en diez minutos” y salió hacia la tienda de la esquina. Compró una vela con olor a lavanda, unos lirios morados, un pequeño búcaro de cristal y una pizarra con cierto aire vintage. Entró en la cafetería, se dirigió a la mesa en la que se sentaba Laura, colocó los lirios en el búcaro y los puso sobre la mesa. Colgó la pizarra sobre el pequeño estante en el que hasta entonces había un reloj viejo que a ella le recordaba al de casa de sus abuelos. Detuvo el reloj en la hora del accidente, encendió la vela y la dejó junto al reloj. Y escribió en la pizarra con letra de caligrafía: “El rincón de Laura”.

2 comentarios:

  1. Snif snif snif...me ha emocionado !! Enhorabuena Amparo has mantenido la intriga en ete relato breve por partes !!

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por comentar. Siempre viene bien saber si llegas a tu público.

    ResponderEliminar