viernes, 16 de julio de 2021

MARICONES, ZORRAS, NEGROS, PUTAS, GITANOS…

… y otra gente de similar calaña, como pueden ser gordos, flacos, gigantes, enanos, cuatro-ojos, subnormales, los gilipollas de siempre que ahora dicen que tienen un trastorno o un síndrome de vaya usted a saber de qué cojones y que lo que andan pidiendo a gritos es que alguien les parta la cara, o cualquier otro tipo de gentuza que anda ensuciando nuestras calles y amenazando a nuestra forma de vida, deberían desaparecer. Porque digan lo que digan los capullos del buenismo toda esa gente no es normal. Lo normal es… ¡Normal soy yo, ostias! Y mis amigos, claro, porque somos iguales. Por eso salimos juntos de caza, no porque seamos cobardes, sino porque los machos y las hembras cazamos en manada, o en jauría y así se ha hecho siempre, como Dios manda. Pues no nos lo pasamos bien ni nada después comentando las mejores jugadas. Nos vamos viniendo arriba hasta que nos viene el subidón y salimos de nuevo en busca de algún pringao a quien canear.

Vale, ya está. Ya me he puesto en la piel de un E.C.A. (Entidad Carbónica Antropomórfica) y me siento despreciable. Porque a mí, realmente, me importan las personas por su forma de ser o no me interesan en absoluto por la misma razón. Me gusta rodearme de personas amables; que intentan dejar el mundo un poco mejor de lo que lo encontraron; que ayudan siempre que pueden; que procuran no hacer daño a nadie; que respetan a los otros aunque sean distintos. En resumen, lo que siempre se ha considerado “una buena persona”, alguien que vive y deja vivir. 

Yo creo firmemente que la diversidad es una bendición que nos hace más sabios. Conocer otros puntos de vista, otras formas de entender el mundo y de vivirlo, nos enriquece. Y además es necesaria para distinguir lo que suma de lo que resta. Lo que queremos perpetuar de lo que queremos extinguir. Y me preocupa mucho que haya personas que consideren un insulto los apelativos susodichos o cualquier otro que pueda faltar en mi listado. Pero aún me preocupa más que se utilicen como grito de guerra mientras se humilla, se acosa, se persigue, se golpea o se mata a alguien. Eso no es más que una excusa barata para comportarse como un E.C.A. no como un ser humano.

Lo siento, no me vendas la moto porque no te la voy a comprar. La orientación sexual de alguien, el color de su piel, el lugar donde ha nacido (esa persona o sus padres), su etnia, las costumbres o la forma de interpretar el mundo de su lugar de procedencia, su tamaño, los aparatos, artículos o artilugios que lleve para poder ver, oír, caminar, hablar o lo que necesite hacer e incluso lo que haga en su alcoba en solitario o acompañado de los adultos que estime oportuno mientras todos consientan no amenazan en absoluto tu mundo. Y si lo hicieran de alguna manera, para eso están las leyes. No necesitamos justicieros callejeros sin piedad ni humanidad.