Soy española porque pago aquí todos mis impuestos, porque cuando cobro o pago aplico todos los impuestos que establece el gobierno de turno.
Soy española porque aporto a este país toda mi capacidad intelectual, cultural, profesional y humana.
Soy española porque conozco y respeto, además de mi lengua materna, la que compartimos todos los españoles y nunca me oirán, en un contexto formal, atentar contra ella.
Soy española porque conozco y respeto la cultura de este país, la haya creado quien la haya creado.
Soy española porque respeto la diversidad cultural, lingüística e ideológica de mi país y, además, pienso que lo enriquece.
Y es que se puede ser española y de la periferia, es decir, se puede ser española y valenciana o murciana o andaluza o extremeña o gallega o asturiana o cántabra o vasca o navarra o aragonesa o catalana.
Como se puede ser española y no ser de derechas ni católica ni neoliberal.
Se puede ser española y pagar los impuestos que correspondan sin intentar trampear. Se puede ser española y no pertenecer a la cultura de la picaresca, ni ser condescendiente con los que engañan o intentan engañar, con los que se aprovechan de su cargo, de su puesto o de los demás.
Se puede ser española y muchas cosas a la vez, porque la nacionalidad y el sentimiento patrio no son inherentes a una ideología, a una clase social ni a una determinada forma de ver el mundo. Por eso, ningún partido político puede apoderarse de los símbolos que nos unen a todos, del sentimiento de pertenencia a una nación, porque, de hacerlo, estarán rompiendo la unidad de España.