viernes, 15 de febrero de 2013

Lo prometido es deuda

Una noche, en plenas vacaciones escolares de Navidad, mi hijo mayor me preguntó cuando le arropaba tras darle el beso de buenas noches:


-Mamá, ¿por qué te odian en tu trabajo?

-¿Odiarme? No me odian, cariño, ¿por qué dices eso?

-Porque no te dan vacaciones para que puedas estar con nosotros.

-¡Ah, bueno! No es que me odien, es que hay cosas que hacer y hay plazos que cumplir y una no puede cogerse vacaciones cuando quiere sino cuando se puede.

-Pero tú eres jefa…

-Ya, bueno, cariño, pero de una empresa pequeñita y todos tenemos que arrimar el hombro para que funcione.

Cómo explicarle a un niño que un autónomo no es exactamente lo que dicen en la tele sino el más pringao de los pringaos.

-Pero –continuó preguntando–, ¿te gusta tu trabajo?

-Unas cosas sí y otras no.

-¿Y te gusta más que estar con nosotros?

-No, cariño, no hay nada que me guste más que estar con vosotros.

-Pues búscate otro trabajo.

-Bueno, hay un problema. Ahora, ya sabes, estamos en crisis y no hay muchos trabajos donde elegir. Así que tenemos suerte de tener un trabajo que nos da dinero para poder seguir pagando la casa y teniendo lo que tenemos.

-Vale, pero prométeme que cuando se acabe la crisis y haya trabajos, buscarás uno que te guste y que te deje tiempo para estar con nosotros.

-De acuerdo, lo haré.

-Pero, si tú te buscas otro trabajo, ¿qué pasará con Jésica y Virginia?

-Bueno, ellas tendrán que buscarse también otro trabajo.

-Vale, pues borra lo que te he dicho, porque no quiero que para que el tete, el papá y yo estemos bien, haya gente que lo pase mal por no tener trabajo. Pero haz una crítica a los políticos, porque a ellos no les importa que la gente no tenga trabajo o no tenga tiempo para estar con sus hijos.

Dicho queda, hijo.