lunes, 25 de abril de 2016

LOS OJOS VERDE OLIVA III

Gimeno era un tipo serio. Tenía una novia formal desde hacía casi un año: una estudiante universitaria que vivía a caballo entre dos ciudades y que conocíamos todos porque hizo unas prácticas en el periódico. Se la llevó Gimeno. Ese fin de semana ella estaba en su otra ciudad y Gimeno curraba pero no le tocaba cierre. Por un momento imaginamos que llevaba una doble vida. Imaginamos una historia de cuernos, algo con lo que aliviar el calor y el aburrimiento.

Gimeno intercambió unas palabras con ella, quien respondió asintiendo con una amplia sonrisa y se volvió a sentar mientras lo miraba desandar el camino. Luego sacó una libreta y se puso a escribir.

Gimeno entró en la redacción y le recibimos con un bombardeo de bolas de papel.

-¿Qué pasa? -preguntó.

-¿Eso es una cita?

-Quedas con una tía buena y ¿sólo le das dos besos?

-¡Eres un pringao!

-Es una vieja amiga -nos contó-. Nos conocemos desde siempre. Éramos vecinos. Hace un par de años se marchó con su familia a vivir a la otra punta de España y aquí se quedó su hermana que ya estaba casada. Ella viene de vez en cuando a verla y aprovechamos para quedar. Sólo somos amigos. Sabe que tengo novia.

-¿Y no te acuestas con ella? ¡Tú eres gilipollas!

Gimeno se encogió de hombros y se sentó detrás de una mesa llena de papeles.

2 comentarios: