sábado, 30 de abril de 2016

LOS OJOS VERDE OLIVA V

Me encogí de hombros y guardé el cigarro.

Era muy guapa. Me llamaron la atención sus ojos verde oliva.

-¿Estás sola? -ataqué.

Ella clavó sus ojos en los míos.

-¿Puedo sentarme? -insistí.

-Estoy esperando a un amigo.

-Pues me parece que se ha olvidado de ti.

-No -se limitó a responder y bajó la mirada de nuevo hacia su libreta dando por zanjada la conversación.

La misma maldita seguridad que Gimeno en aquel tajante "no".

-Llevo toda la tarde observándote. Él no vendrá.

-Vendrá -dijo sin mirarme.

-Trabajo en el periódico -dije cambiando de estrategia-. Esperas a Gimeno. Le ha caído un marrón.

Había vuelto a llamar su atención.

-A saber cuándo acaba. Te invito a cenar y luego volvemos.

-No, gracias. Estoy bien.

Sonrió y volvió a enfrascarse en su escritura.

Me fui de allí. Me senté al otro lado de la plaza, protegido de las miradas por la oscuridad que proporcionaban los árboles y los setos que había en la esquina entre el edificio municipal y el museo. Desde allí podía verla y controlar, a la vez, la puerta del periódico sin ser visto.

Gimeno salió cerca de las once. Cruzó con calma la plaza y llegó a la mesa en la que aún seguía la chica. Se saludaron, pagaron y salieron por la esquina opuesta a la que yo todavía ocupaba. Salí de la penumbra cuando estuve seguro de que no podían verme y los seguí.

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