lunes, 23 de noviembre de 2015

EL ABUSO NUESTRO DE CADA DÍA o el machismo de baja intensidad

      ¡Eh tú! Sí, tú, el tipo que hace más de un lustro que cumplió los setenta. El que me acaba de dar un repaso ocular de arriba abajo con más lascivia en los ojos que la que su cuerpo aguanta. A ti te digo, al que se ha girado, después de habernos cruzado, para mirarme el culo. Mira, baboso, porque casi te resbalas con todo lo que ha caído por tu boca, deja de musitar una y mil formas de quitarme esta falda porque todo lo que vas a conseguir es que te dé un jamacuco por el subidón de lujuria. Esta falda, pedazo de pretencioso, no me la he puesto por ti. ¿De qué vas? Si tú no existías en mi vida hasta hace unos minutos y dejarás de existir en cuanto te diga lo que pienso de ti y de todos los de tu especie. No voy buscando nada, ignorante. Esta falda me la he puesto porque… ¿Y a ti qué puñetas te importa por qué me la he puesto? Porque me ha dado la gana, que no tengo por qué dar explicaciones a nadie.
      ¿Qué derecho crees que tienes para mirarme de esa manera? Quita tus sucios ojos de mi cuerpo y no vuelvas a ponerlos jamás ni en mí, ni en ninguna otra mujer, a menos que ella te haya dado permiso para hacerlo.
      Vete con tus amigos, esos que van en transporte público y deben creer que tienen los testículos de una ballena y se despatarran ocupando su asiento y el de la mujer que tienen al lado; ésos que aprovechan cualquier aglomeración para frotarse contra una mujer, cual osos contra un árbol. Cogeos todos de la mano e id a aliviaros juntos o en solitario, que a estas alturas de la vida ya deberíais saber que lo de los granos o la ceguera es un bulo.
      Y dile al mandril de tu hijo, ése que, conduciendo con la ventanilla bajada y el brazo por fuera, le ha soltado, a una chiquilla de unos quince años, que podía ser su hija, una ristra de obscenidades que harían sonrojar a cualquiera de los que trabajan en la industria del porno, dile que tiene la gracia donde la espalda pierde su honesto nombre y que, como es obvio que su lengua está llena de productos de desecho, la boca no es su sitio, así que dile que se la meta en el orificio al efecto.
También puedes decirle al pandillero de tu nieto mayor que andar tocando las tetas y los culos de las chicas que pasan por su lado, o de las que han tenido que caminar por el pasillo que él y sus monos ríe-gracias les han dejado, es tan divertido como que les den una patada en la zona de la entrepierna donde ellos tienen alojado el cerebro.
Y al pequeñajo, aprendiz de abusador, dile de mi parte que levantarle la falda a las niñas no es un juego divertido; que decirle a niñas más pequeñas que él que, si quieren ser guays, le tienen que enseñar las braguitas, no es de hombres; explícale que el modelo de hombre al que perteneces es un modelo a extinguir, como los dinosaurios, y que su futuro es  la soledad, la infelicidad y el miedo. Dile que si quiere que una mujer esté con él por amor y no por miedo, que si quiere ser respetado y no temido, que si quiere ser aceptado y no mirado con asco, como te miramos a ti, tiene que seguir el camino de los hombres, no el tuyo, de los que respetan y aman, de los que tratan como quieren ser tratados.
      No voy a entrar a explicarte ahora que las mujeres no somos objetos que pertenezcamos a nadie, o que estemos en el mundo para que nos cojan y dejen una vez satisfecha la necesidad puntual que a un macho le pueda sobrevenir. No voy a explicarte que el mundo está cambiando, porque eso tú ya lo sabes, porque tú eres de los que celebras cada asesinato pensando que algo habría hecho la víctima, porque ahora mismo debes estar pensando que te estoy importunando y que merezco que alguien me ponga firme, me meta en vereda. Así que paso de ti porque tú no tienes solución, tú sólo tienes que esperar tu meteorito (o tu sanmartín, tú decides). Escribo esto porque las mujeres estamos hartas de tener que lidiar con babosos, obscenos, abusadores y maltratadores, porque estamos hartas de tener que enseñar a nuestras hijas cómo lidiar con ellos y porque no queremos seguir muriendo a manos de gentuza como esa que, un día se les va la mano, y se auto conceden el derecho de acabar con nuestras vidas. Escribo esto porque aún hay mujeres a las que les habéis robado la conciencia y quisiera que la recobrasen.
      Eso sí, sólo un último mensaje a todos los de tu especie, os agradecemos la lección sobre los usos sexuales de los gorilas, mandriles y otros tipos menos evolucionados de primates, pero os informamos de que las mujeres no tenemos por costumbre aparearnos con especímenes de otras especies y, caso de interesarnos la zoología, la estudiaríamos en las aulas. Muchas gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario