El incómodo cadáver del mediador familiar sonrió para sus
adentros:
-A ver cómo se deshacen de mí ahora –se dijo falcándose al
suelo con todas sus fuerzas.
-¡Joder, cómo pesa! –exclamó el marido.
-¿Qué quieres? Está muerto –reprochó la mujer.
-¿Me ayudáis?
El marido y la mujer le cogieron por los brazos, los hijos,
por las piernas, hasta el pequeño ayudaba sujetándole la cabeza. El mediador
sonrió con satisfacción:
-Objetivo conseguido –se dijo–, por fin están haciendo algo
juntos, como una familia.
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