El hombre se
acercó titubeante a su esposa. Carraspeó. Llevaba en la mano el libro de
cuentos que su hijo había escogido para esa noche. Ella le miró expectante a
través del espejo. Confuso, le mostró el libro.
-¿Qué es un
hada? –preguntó mientras sus ojos se cerraban para rebuscar en el fondo de su
memoria la palabra perdida–. Sólo me viene a la cabeza una melodía. Una extraña
melodía.
Y se
desplomó sobre el sillón junto a la cama. Ella se levantó de la silla frente al
tocador, se le acercó, le acarició el cabello y le besó suavemente en la
frente. Él cayó en un profundo sueño en el que una extraña melodía le conducía
hasta un viejo roble en cuyas ramas, una hermosa muchacha de mirada violeta se
peinaba su larguísima cabellera. La besó y sintió que su memoria se vaciaba.
La esposa
regresó frente al espejo y, cepillándose el pelo, velaba su sueño mientras sus
ojos violetas sonreían y entonaba una extraña melodía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario