EN REALIDAD ESTO DEL AMOR NO TENÍA NINGUNA LÓGICA. Ellos
eran la prueba evidente. Acababan de acostar a los niños y, por fin, podían
disfrutar de su pequeño placer diario. Se miraron sonrientes, se besaron
tiernamente y fueron a la cocina. Descorcharon una botella de vino y brindaron
“Por muchos más”. Hablaron del principio, cuando nadie creía en ellos, cuando
ella le esperaba en la esquina de la facultad, cuando se miraban en los
escaparates para mirarse en ojos ajenos y averiguar si la diferencia era muy
evidente. Había que reconocerlo: no era
lógico, ni lo que nadie habría imaginado, pero era el amor desbaratándolo todo.
Sonrieron, bendito disparate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario