miércoles, 22 de abril de 2015

EL VALOR TERAPÉUTICO DE LAS PALABRAS

¿Quién no recuerda “Curita sana  / curita sana / si no te curas hoy / te curarás mañana” en cualquiera de sus variantes? Esa retahíla infantil, acompañada por unas caricias y seguida de un beso, tiene el poder de curar todo dolor físico infantil.

¿Cuántos hemos salido del pozo de la tristeza o de la melancolía al escuchar un “Te quiero”?

¿Cuántos hemos recuperado nuestra autoestima alcanzando lo que minutos antes creíamos inalcanzable tras escuchar un “Tú puedes”?

Las palabras curan, tienen el poder de cambiar nuestro ánimo, de hacernos sentir, de humanizarnos y humanizar al otro. Las palabras también pueden unirnos y sanar esta sociedad que, evidentemente,  está enferma.

¿Sabéis qué palabras echo de menos? “Lo siento” o “Perdón”. Son palabras que racaneamos y, sin embargo, son, para el alma, lo que el “Curita sana” es para el cuerpo. No hay dolor del alma que se resista a un “Perdón” dicho con el corazón, ¿por qué, entonces, escatimarlo?

lunes, 20 de abril de 2015

EL BESO DEL OLVIDO

El hombre se acercó titubeante a su esposa. Carraspeó. Llevaba en la mano el libro de cuentos que su hijo había escogido para esa noche. Ella le miró expectante a través del espejo. Confuso, le mostró el libro.

-¿Qué es un hada? –preguntó mientras sus ojos se cerraban para rebuscar en el fondo de su memoria la palabra perdida–. Sólo me viene a la cabeza una melodía. Una extraña melodía.

Y se desplomó sobre el sillón junto a la cama. Ella se levantó de la silla frente al tocador, se le acercó, le acarició el cabello y le besó suavemente en la frente. Él cayó en un profundo sueño en el que una extraña melodía le conducía hasta un viejo roble en cuyas ramas, una hermosa muchacha de mirada violeta se peinaba su larguísima cabellera. La besó y sintió que su memoria se vaciaba.


La esposa regresó frente al espejo y, cepillándose el pelo, velaba su sueño mientras sus ojos violetas sonreían y entonaba una extraña melodía.

EL PRÍNCIPE FELIZ

El mensaje era claro, conciso, breve y letal: no insistas, decía. Mientras el papel se le escurría entre los dedos y caía suavemente, un chasquido rasgó la tarde enmudeciéndola. Por su rostro caían lágrimas de granito. Su sonrisa pétrea se convirtió en una mueca. Un viento helado salió de su corazón escarchando los árboles de la plaza. Un temblor sordo sacudió el mundo y un rugido de roca herida provocó el llanto al sol. Fue entonces cuando la estatua del príncipe valiente, con el corazón quebrado, se convirtió en una estatua de hielo. Y allí seguía, en el pedestal, la golondrina esperando, como cada tarde, el mensaje que llevar.

Encuesta

Buenas tardes.
Como ya habéis podido comprobar estoy publicando una serie de relatos perdedores. Perdedores, porque no lograron ganar ningún concurso, pero no por ello deben quedar en el anonimato, de ahí que los publique aquí. Quisiera saber vuestra opinión sincera así que os pido que, por favor, votéis por los que más os gusten en la encuesta que he puesto al final del blog.
Iré colgando más a lo largo de estas semanas y crearé otras encuestas para que podáis votar.
Muchas gracias.

VENGANZA PÓSTUMA

Inmediatamente pedí que cerraran la tapa del ataúd.  ¡Ya estaba bien de tanta tontería, hombre! Mi familia arrinconada y la tía Margarita, que más marimandona y no nace, ahí en medio, mangoneándolo todo con esa cara de limón amargo tan suya. ¡Será boniata…! Y venga a ponerme flores alrededor. ¡Que soy alérgica, leches! En mi próxima muerte dejo escrito en mis últimas voluntades que le prohíban la entrada. Es que ni morirme en paz. “Ahora que ésta no vuelve a dormir tranquila –dije–. Me pido ser su alma en pena particular”.

Luego se apagó la luz y aparecí aquí. Y aquí sigo, destapándola cada noche. ¡Toma pulmonía!

jueves, 16 de abril de 2015

PROGRAMACIÓN NEUROLINGÜÍSTICA: te quiero te quiero te quiero

Había escrito cien veces: te quiero y ni aún así.

Anotar: la PNL no funciona.

Lo miró. No, definitivamente no le quería.

Anotar: odio este castigo; ahora, encima, le aborrezco.

Consultó el reloj y frunció la nariz. No tenía sentido ni había tiempo para seguir escribiendo.

Anotar: cambiar de terapeuta.