lunes, 11 de marzo de 2019

ESAS MUCHACHAS DE VIDA REGALADA

      Ya pasó el 8 de marzo y las calles de las principales ciudades se llenaron de miles de mujeres reclamando un mundo más igualitario.
      Sin embargo, leo con estupefacción en las redes sociales mensajes despectivos que comentan que quienes estuvieron allí, inundando las calles, plazas y avenidas eran chicas jóvenes que, según ellos, no han tenido un problema serio en su vida.
      Pues bien, esas muchachas de vida regalada de las que hablan, ya han salido a la calle en más de una ocasión y han sentido miedo al cruzarse con un hombre desconocido en un lugar solitario, han apretado los dientes y las llaves por si él decidía atacarlas.
      Esas muchachas de vida regalada ya han salido a divertirse y han sentido el asco de ser sobadas por manos desconocidas en la pista de baile aprovechando el anonimato que da la multitud.
      Esas muchachas de vida regalada han subido más de una vez a un transporte público y han sentido el asco de notar el cuerpo de un desconocido frotándose contra ellas o masturbándose mientras las mira con ojos lascivos. Y el terror al buscar en vano una mirada amiga en un vagón o autobús repleto de gente.
       Esas muchachas de vida regalada ya han visto a un hombre esperándolas desnudo al girar una esquina y han sentido esa mezcla de asco y terror por si no son lo suficientemente rápidas para huir de la escena.
       Esas muchachas de vida regalada ya han sentido la vergüenza de saberse un trozo de carne a los ojos de un degenerado que se relame pensando en las diferentes formas de comérsela.
       Esas muchachas de vida regalada ya se han sentido violentadas por las palabras de un tipo incapaz de contener su lengua.
       Y esas muchachas de vida regalada tienen oídos y saben leer que hay mujeres cuyas vidas son mucho más duras que las de ellas porque, además, se enfrentan a la violencia física y psicológica, a la falta de recursos, a la falta de libertad, a la posibilidad de recibir formación… Esas muchachas de vida regalada saben que cuando quieran incorporarse al mercado de trabajo lo tendrán más difícil que sus compañeros para entrar, mantenerse y cobrar el mismo salario por el mismo trabajo.
      Así que esas muchachas de vida regalada decidieron el pasado 8 de marzo salir a la calle –sí, al espacio público por excelencia, al territorio masculino por tradición– a gritar que tienen los mismos derechos y que quieren las mismas oportunidades que los hombres, a exigir un mundo más igualitario. Y lo han hecho como en los juegos recién olvidados en el patio del colegio:

POR MÍ Y POR TODAS MIS COMPAÑERAS

      Por cierto, que esas muchachas de vida regalada iban acompañadas por algunos compañeros de igual condición y no he leído nada sobre ellos. Huele mal, ¿no creen?