domingo, 18 de abril de 2021

EL DOLOR NO ENTIENDE DE PRISIONES

Cuando la mujer logró parapetar sus ojos tras un grueso cristal que impidiese que el dolor se le desbordara por los lacrimales, comenzó a taparse la boca a cada poco en un intento de evitar que el grito se le escapara. Entonces, el dolor se atoró en su garganta y ella se vio obligada a tragar una y otra vez hasta que, por fin, consiguió que le descendiera hacia el pecho creyendo que allí desaparecería o, al menos, dejaría de sentirlo. Pensaba que allí estaría  lo suficientemente profundo. Pero el dolor no soporta estar preso, así que comenzó a golpear las paredes de aquella cárcel corporal hasta abrirse paso y volar libre en busca de otro huésped.


No hay comentarios:

Publicar un comentario