jueves, 21 de noviembre de 2019

Mea culpa

      -¡Marchaos! ¡Dejadme solo! Tú también, César.
      Es culpa mía. Todo ha sido por mi culpa, hijo mío. Mi hijo querido. Aquél en quien deposité todas mis esperanzas, quien debía ser mi heredero. ¿Qué te han hecho? No te concedieron ninguna oportunidad. ¡Pobre hijo mío! Y todo por mi culpa. Te quise tanto… Ya desde niño te distinguí sobre tus hermanos. Eras tan despierto, tan valiente, tan fuerte… ¡Cuán orgulloso estaba de ti, mi hijo amado!
      Eras mi segundo hijo, pero el más amado, por eso no te encomendé a nuestro Señor. Te eduqué para gobernar tus dominios y para la guerra y a fe mía que tu carácter lo valía: valiente, fuerte, ducho en las armas y seductor en la cama. Todo lo que un hombre de mundo puede desear. Pero no te eduqué en la firmeza de ánimo ni en la templanza como sí hice con tu hermano César. Fuiste mi consentido y por eso hoy yaces aquí, a mi lado, con la espalda cosida a puñaladas y tu bolsa con treinta monedas, intacta en tu cintura.
      Te di mis mejores posesiones, incluido el ducado de Gandía, a la muerte de mi primogénito. Te confié la dirección de los ejércitos vaticanos. Pero nada te interesaba más que los juegos de naipes y las peleas de taberna. Te emparenté con la Casa Real de Castilla, mas tu esposa no era suficiente, necesitabas otras mujeres que hablasen de tu hombría. Y mira que te avisó tu hermano: escoge a las mujeres por sus esposos. No le escuchaste, Juan, tú nunca escuchabas. ¿Por qué tuviste que seducir a Sancha? Jofre no es valiente, cierto, pero era previsible que defendiera su honra. ¿Que cómo lo sé? ¿Acaso crees que no sé lo que ocurre en mi propia casa? ¿Acaso ignoras que tengo confidentes entre mi propia gente?
      César aceptará esa cruz. Me bastó con mirarle para saberlo, así como para saber que él ya había valorado los beneficios que le aportaría soportar su peso. Él no lo hizo. Nunca te hubiera atacado por la espalda. No lo necesitaba. Ni él ni sus hombres. Pero aceptará la cruz sobre sus hombros y yo la del peso de la culpa. Tu muerte quedará sin castigo porque el último culpable ya lleva consigo la penitencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario