miércoles, 24 de febrero de 2016

EN EL PUNTO DE MIRA (última parte).

      Asúmalo, Sra. Carmena, su gobierno va a estar mirado con lupa y microscopio de altísima precisión. Da igual lo que haga. No se puede actuar a gusto de todos, debería saberlo. ¿Quiere que le cuente el cuento del hombre, el hijo y el burro?
      Se lo resumo pero que quede claro que es un cuento y, por tanto, ficción, no vaya a ser que a alguien no le guste y me enchirone:

      Había una vez un hombre que viajaba con su hijo y con un burro. Iban padre e hijo caminando y llevaban al burro de las riendas cuando se encontraron con unos tipos que comentaron: “Mira qué bobos, pudiendo ir en el burro tranquilamente y sin cansarse y, sin embargo, van los dos caminando”. Así que padre e hijo se miraron y decidieron montarse en el burro. Al poco tiempo se cruzaron con otros dos que se escandalizaron y les recriminaron el hecho de ir los dos montados en el pobre animal con todo lo que debían pesar. El padre miró al muchacho y se apeó del burro. Un poco más allá, otro hombre comentó que qué cara más dura la del muchacho, ir montado en el burro mientras el pobre anciano caminaba, a lo que el pobre muchacho, avergonzado, reaccionó cediendo el sitio a su padre. Un trecho más adelante, cuando atravesaban un río, se cruzaron con otro hombre que reprochó al padre que fuese tranquilamente sobre el burro mientras el chiquillo caminaba. Presos de la desesperación por poco tiran al burro al río y ellos detrás cuando en el último momento decidieron cargar al burro entre los dos y así entraron al pueblo ante las carcajadas de los vecinos.

      Bueno, pues asuman que no pueden gobernar al gusto de todos y que, además tienen ustedes unos Pepitos Grillos con altavoces pregonando -y retorciendo o deformando- cada cosa que ustedes hagan y no sea de su agrado, para ¿incitar al odio? No, que a ustedes se les puede odiar sin que sea delito.
      No pueden ustedes estar cambiando de opinión, ni virando el barco cada vez que suenen las sirenas del miedo y la maledicencia. Tengan ustedes su opinión bien fundada y argumentada y defiéndanla y apechuguen con las consecuencias.
       ¿Contrataron a una compañía de teatro de títeres para un espectáculo apto para todos los públicos en el que aparecían escenas que a algunos les parecían inapropiadas para los niños? Pues como en muchos sitios, oiga, que lo que a uno le parece inapropiado para otro puede no serlo. A mí no me parecen apropiados para niños determinados dibujos animados, ni para todos los públicos determinados programas televisivos y no por eso voy a pedir que los censuren. Pero si decisiones como esta las pagan en las urnas, asúmanlas.
      Y desde luego, quien monta semejante parafernalia por lo que dicen o hacen unos personajes literarios es para que se lo haga ver.

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